De los tres tomos comentados en esta
serie de artículos y que componen entre sí el corpus de un libro bastante
voluminoso, este volumen resulta ser bastante especial. Cabe
recordar que Mapas en un Espejo corresponde al primer gran compilado de la
mayoría de la narrativa breve de los primeros años de Orson Scott Card, la cual
dividió en 5 partes según temática y/o subgénero; esta recopilación a su vez en
su edición en bolsillo fue dividida en varios tomos, siguiendo al pie de la
letra la misma clasificación que hizo a su obra el autor. Volviendo al carácter especial de este último
libro que forma parte de la mentada colección, ello se debe a que su escritor
incorporó en este caso tres tipos de textos y los cuales responden a un
particular grupo de sus creaciones. En
primer lugar se encuentran las versiones originales de algunos de sus novelas
más memorables y que gracias a este libro es posible leerlos tal y como en una
primera instancia el artista las ideó.
De este modo el lector, que en el mayor de los casos ya conoce y aprecia
la labor literaria de Card, puede llegar a conocer las novelas cortas y el
poema épico que originaron con el tiempo libros hoy en día ya clásicos como lo son
Maestro
Cantor, El Juego de Ender y El Séptimo Hijo respectivamente; por
ende, al contrastar de forma mucho más concreta la primera narrativa del autor
y luego compararla con sus trabajos posteriores y ya propios de su madurez
literaria, queda de manifiesto su evolución prosística. A su vez estas “semillas” de lo que luego
serían algunas de las novelas más destacadas de la ciencia ficción y la
fantasía actual, no dejan de ser textos que en realidad vale la pena leer; esto
porque aún en su versión más sintetizada
poseen sus propias virtudes, puesto que independientemente de la relación con
sus versiones mayores, se constituyen en trabajos tanto entretenidos, como en
textos con valor artístico propio y que presentan temas tan caros a la
humanidad misma, como lo son la búsqueda de la felicidad, la soledad y el
problema del dolor. El segundo apartado
de relatos cortos agregados a este quinto volumen, corresponde a unos cuantos
títulos que para nada tienen que ver con los géneros en los cuales destaca alguien
como Orson Scott Card; esto quiere decir que son cuentos “realistas”, por lo
que el lector no encontrará en ellos extraterrestres, ni máquinas sofisticadas,
dragones u otros elementos propios de su pluma más conocida. En este sentido es que el lector puede
encontrarse con más de una grata sorpresa, lo mismo que con la última sección
del tomo; de este modo en muchos de estas llamadas “canciones perdidas” o
“cuentos ocultos” destaca un sano humor que no es posible ver en sus obras más
largas y sublimes, siendo que no por ello dejan de ser escritos de verdadero
interés para uno. Por otro lado la
última parte de este libro, contiene algunas de las narraciones que este
escritor ha realizado para la comunidad mormona, a la que pertenece con orgullo
y donde es más que un activo miembro; es así que los relatos concernientes a
este singular apartado, tienen de personajes a sujetos de dicha fe y que a
través de estas historias el escritor destaca valores tan importantes para su
religión, como lo es el sentido de la familia.
No obstante no por ser estas últimas narraciones dirigidas originalmente
a lectores mormones, dejan de poseer un valor artístico que además les otorguen
un carácter universal, independientemente de la ideología de sus nuevos
destinatarios. En todo caso se advierte
que hay en esta sección cierto cuento que bien puede “hacer ruido” al no
mormón, tal como me sucedió a mí, debido a una que otra idea que a una mente
menos ortodoxa le pueden parecer desagradables (ya se hablará más debajo en particular
de esta obra, así como no se omitirán los comentarios de rigor al
respecto). Resumiendo, en la inmensa
gama de textos que se hayan dentro de esta última entrega de Mapas
en un Espejo, es posible encontrarse con una literatura más variada que
nunca, a la hora de considerar el trabajo como cuentista de Orson Scott Card;
de este modo es en dicha multiplicidad que se puede identificar sin vacilaciones
el talento nato de su autor, quien demuestra en cada subgénero que aborda la
maestría de sus obras más extensas y con la que ha logrado conquistar el
corazón de sus seguidores.
1- El Juego de Ender: Si bien Orson Scott Card ha escrito a la fecha una gran cantidad de
extensas novelas y con las cuáles ha ganado fama y fortuna, es en particular a
este título al que le debe gran parte de dicho éxito. Publicado por primera vez en 1977 en la
versión que este libro recoge, consiguió su formato de novela en el año de
1985. El cuento se sostiene por sí
mismo, centrándose específicamente en la permanencia de su protagonista, el
niño superdotado Ender, en la llamada Academia de Combate donde se prepara para
la guerra contra un enemigo extraterrestre y del cual en el cuento apenas se
sabe. De este modo el relato no deja de
mostrar la vida del chico junto a sus congéneres en dicho lugar, desarrollando
en parte su relación con Bean, un niño mucho más pequeño que él y en quien ve
un importante apoyo para conseguir sus propósitos. Considerando todo lo que aparece en esta
novela corta y lo que no posee respecto a su versión más conocida, otro punto
de relevancia en este caso es el papel que cumplen los adultos en la novela
corta; de este modo el texto se compone por páginas dedicadas a Ender y otras
sobre aquellos que tienen a su cargo preparar a los futuros líderes militares
terrestres. Tal como en el libro, el
clímax resulta sorprendente (siendo en síntesis el mismo de la novela) y sin
embargo a éste le sigue un más que interesante epílogo, en el cual son los
mayores quienes tienen la oportunidad de meditar respecto a todo lo que ha
pasado. Por cierto, en la novela corta
algunos nombres de sus personajes ya emblemáticos varían respecto a como por lo
general son conocidos: así es como el apellido de Ender aquí es Wiggins y no Wiggin
y Mazer Reckham se llama Maezr. Por
último, en las “pocas” páginas que tiene su autor para contar tan importante
historia, quedan de manifiesto tanto la brillantez de su protagonista, como su
soledad; no obstante en tan poca extensión para narrar las aventuras de Ender,
no es posible identificar por completo el carácter más sobresaliente de su
personaje principal (y que los seguidores de la saga bien amamos).
2- El Pájaro Cantor de Mikal: Versión en cuento de otra de sus novelas más
recordadas, Maestro Cantor, y en las cuales una vez más Card aborda con
gran imaginación y emotividad el rol del artista en el mundo (tal como en su
bellísimo cuento Sonata sin Acompañamiento).
Además al igual que en la obra mencionada más arriba, acá el
protagonista es un niño dotado como pocos, quien debe enfrentarse desde su
posición privilegiada a la “crueldad” del mundo de los adultos; por otro lado,
su trama no deja de transcurrir en un ambiente inolvidable, el cual pese a
pertenecer al género de la ciencia ficción, se presenta como un mundo que
rememora al de las narraciones clásicas de la literatura maravillosa. Esta historia cuenta acerca de un muchacho
con una voz prodigiosa, el cual es el bien más preciado del todo poderoso
patriarca del imperio galáctico y con el cual mantiene una relación bastante
familiar. A lo largo del cuento es
posible humanizar a quien desde la soledad de su posición, es decir el
emperador Mikal, se le ve como a un sujeto inalcanzable y para quien sin
embargo su Pájaro Cantor es como un hijo.
El niño, tal como el mítico Orfeo de la mitología griega, posee una voz
capaz de sobrecoger el corazón de la persona más desalmada; a su vez el relato
se encuentra lleno de intrigas, ya que sus personajes viven en medio de las
típicas sociedades convulsionadas por el descontento político y el deseo de más
poder entre sus líderes.
3- El Aprendiz Alvin y el Arado Inservible: La saga de Alvin Maker, de la cual a la fecha
hay 6 novelas y uno que otro cuento por ahí, corresponde a una de las obras más
hermosas y heroicas de la fantasía actual y, por supuesto, de la producción de
su autor. Su protagonista es Alvin, un
hombre que desde antes de su nacimiento estuvo destinado a realizar actos
increíbles llenos de magia. En los
libros abundan los personajes más extraordinarios, algunos de ellos sacados de
la historia universal propia de finales del siglo XVIII y principios del XIX;
la colección a su vez destaca, entre muchos aspectos, porque transcurre en una
realidad alternativa donde cada sujeto posee un don sobrenatural con el cual
nace y utiliza según sus propias intenciones.
Algunos de los momentos más inolvidables y emotivos de la narrativa de
este escritor, corresponden a estos libros que en verdad todo amante del género
debería leer (puesto que sus premisas no pueden dejar de ser más originales). Un papel fundamental dentro de la saga viene
a tener el tema de la naturaleza, la cual se exhibe en todo su esplendor a lo
largo de las ya miles de páginas dedicadas al encantador Alvin el Hacedor. Lamentablemente al leer esta primera versión
de la primera novela sobre Alvin, el lector de habla hispana se haya en desventaja
por encontrarse con un texto traducido, de modo que en parte se pierden sus
virtudes; puesto que al tratarse de un poema épico, el efecto de traspasar el
original a una lengua foránea, le quita en parte sus virtudes (como bien sucede
con el efecto la rima en su idioma original y el uso de un lenguaje propio de
la poesía narrativa). De tal modo, la
lectura de esta obra bien puede aburrir a quien no está acostumbrado a la poesía
y más todavía si es traducida (como en mi caso, que admito que si bien mucho me
gustan las novelas de Alvin Maker, fui incapaz de llegar a la mitad del poema).
“Alvin era
un aprendiz de herrero,
bombeaba el fuelle, martillaba
clavos,
afilaba cuchillos, avivaba el fuego.
Era un niño bastante normal
excepto por esto: veía el mundo al
sesgo,
el borde de la luz, ese embustero
que acecha con sonrisa negra y fría,
una mueca en los ojos y los labios.
Oh, Alvin era sabio.
El herrero no sabía de esas cosas,
sí que el niño era listo pero lento:
listo por sus frases ocurrentes,
lento en el fuelle, pues se
distraía,
listo con su vista de avecilla,
lento en la forja cuando había
prisa.
A veces el herrero lo apreciaba,
y otras gruñía: «Martillos y
tenazas,
¡cuida esas manazas!».
Un día de ocio sugirió el herrero:
«Ve al bosque a coger bayas
maduras».
Con gratitud Alvin dejó el fuelle
y echó a andar por el camino
polvoriento.
Corrió como un potro encabritado,
llegó adónde estaba el bosque
umbrío.
Como musgo se adhirió a las ramas,
sus dedos con el verde se fundieron…
así entonces le vieron”.
Bellísimo arte para la primera novela de una saga a tener en cuenta. |
4- Negligencia: Cuento de ciencia ficción que no resulta ser lo mejor de esta gran
colección que es Mapas en un Espejo, si bien se centra en una idea
interesante. En su trama, un hombre es
sometido a una serie de transplantes de órganos para sobrevivir y estos van
haciéndose tan invasivos que llegan a cambiar por completo la identidad del
paciente. El significativo título del
relato hace mención a la típica problemática del mal uso de la ciencia como
medio para aliviar la vida de los seres humanos y que sin embargo se transforma
en la perdición de quienes desean sacar provecho de ello. El texto está escrito siguiendo la clásica
tradición del formato del diario de vida.
“22 DE AGOSTO
El doctor me está tratando con mucho
cuidado y ya me siento menos difunto. Mi nuevo corazón (corazoncito, corazón de
oro) ha generado nuevos pulmones, nuevos bronquios (es decir, la fontanería),
un nuevo estómago, y la lista no termina nunca, así que ahora soy menos yo y
más él. El doctor admite que no sabe cómo sucede, así que no puede hacer nada
para impedirlo. No hay modo de trasplantarme todas las entrañas, hay límites a
lo que puede hacer un médico.
Pero yo sé cómo sucede y se lo contaría al
doctor, sólo que entonces me haría encerrar por creer semejantes burradas.
Veréis, mi virginal amiga Moral (sí, amigos, al fin acerté con el nombre, y
casi vomité al enterarme) está embelesada con Peppinger. No creen que Cristo,
Dios o nadie se reencarne en particular, sino que cualquiera puede hacerlo si
está bien conectado con el espíritu del mundo. Hay espíritus y cuerpos, y
algunos espíritus pertenecen al espíritu del mundo, y son fuertes. Otros han
abandonado el espíritu del mundo y se hallan solos y son débiles. Algunos
espíritus son tan débiles que se necesitan dos o tres o muchos para operar un
cuerpo (bienvenida esquizofrenia), y otros espíritus son tan fuertes con el
espíritu del mundo que pueden controlar muchos cuerpos al mismo tiempo (heil
Hitler). Ella tiene sólo un pequeño espíritu del mundo (muchacha humilde) y
sólocontrola un cuerpo. «Pero estoy sola», me dijo. La felicité y me fulminó
con la mirada.
Había muchas otras cosas. Tuve que fingir
que estaba muy interesado, y soy un pésimo actor porque ella dijo que notaba
que me importaba un bledo (ella dijo bledo, así que este eufemismo no es mío;
parece que se arrepintió de haber lanzado juramentos la otra noche) la iglesia
LD. Ellos creen que Cristo no era Dios sino su amigo, tratando de salvar no a
la humanidad sino a Dios mismo al arrojar a todos los espíritus débiles y dejar
que entrara en escena el gran espíritu de Dios y todas esas monsergas. ¿Quién
entiende este lío? Nunca fui al catecismo”.
5- Seguidor: Un
relato más que interesante y en el cual el protagonista es otro niño
superdotado como bien le gusta crear a Card; no obstante en el caso de este
pequeño, se trata de algo así como un paria para su mundo, viviendo una
existencia infeliz y sin poder mantener una relación normal y amorosa con sus
padres, quienes le temen por la particularidad de su vástago. El protagonista es acompañado por su perro,
que viene a ser su única compañía. Pese
a su vida algo desgraciada, el muchacho logra demostrar su valía cuando se
involucra en el caso de una particular invasión extraterrestre, la que logra
evitar y le permite conseguir cierta atención que desde un principio se le
había negado.
6- Autostop: A
mi humilde parecer, lejos uno de los cuentos más entretenidos de la colección,
siendo que se aleja bastante de lo que por lo general uno acostumbra leer de la
pluma de Orson Scott Card.
Correspondiente a la llamada “literatura realista”, es una cuasi
melancólica historia narrada en primera persona y a manera de memorias, que no
deja de poseer ribetes costumbristas al describir un mundo campesino de antaño
(mediados del siglo XX). Su particular
humor además no deja de agradecerse, por cuanto nos muestra a un Card en una
faceta poco conocida por el lector recurrente suyo (si bien en otros cuentos
suyos pudo verse, tal como se comentó en la primera entrega de esta serie de
artículos). En este relato se narra la curiosa aventura/desventura de un par de
hermanos, quienes para conseguir dinero con el propósito de comprar una
bicicleta, deciden realizar una peligrosa y delictual acción que al final se
les va de las manos. Uno de los
aspectos más interesantes de esta obra, es cómo describe la relación entre
hermano mayor y menor (el primero cercano a la adultez y el segundo en la
antesala de la pubertad) tan verosímil en las palabras y situaciones que
retratan esta “institución” y que muchos de nosotros conocemos en carne
propia. A su vez este título trata
varios temas caro a la prosa de su autor, como la madurez, la responsabilidad
de nuestros actos y el sentido de la familia.
7- Espléndida Novela: Este breve relato y el que le sigue, bien podrían considerarse como lo
más débil de esta última entrega de Mapas en un Espejo. En pocas palabras (ya que no merece mayor
atención este aburrido texto) corresponde a algo así como la fantasía de un
escritor, quien se dirige al lector para
compartir sus sueños sobre cómo sería escribir una de esas novelas que marcan
éxito (y que pocos años después el escritor real conseguirían en más de una
ocasión); de este modo el escritor ficticio de esta obrita en verdad
inclasificable, se imagina un hipotético escenario para tal hazaña. Queda claro en todo caso, que este singular
narrador viene a ser algo así como la extensión de un Orson Scott Card en sus
inicios.
8- La Caja de Billy: Otra historia bastante corta y que tras acabar tan de repente, uno
piensa que más bien correspondía al germen de una obra mayor que nunca fue
realizada. Acá se narra las imaginativas aventuras de un
niño bastante pequeño y al que sus padres le regalan una caja de embalar; es
entonces que el muchacho le da varios usos para el gozo de su propia familia,
la cual contempla cómo el benjamín se regocija con tan humilde objeto. Sin dudas al escribir dicho relato, su autor
tuvo buenas intenciones y entre ellas una positiva visión de la verdadera
temprana infancia (algo por completo alejado de sus niños superdotados que tan
famoso, multipremiado y rico lo han hecho), no obstante en tan breve extensión
la premisa se queda en la buena voluntad y la ausencia de verdadero material de
interés.
9- Una Gran Noche de Hogar: Segundo cuento mormón del libro, luego del
anterior y que publicó el escritor en una revista de su comunidad religiosa; no
obstante esta historia lejos se encuentra mejor desarrollada y logra entretener
al lector medio, además de evidenciar las dotes narrativas de su autor. Por otro lado esta historia no deja de
ilustrar las hogareñas costumbres de una familia típica mormona, tal como el
propio Card explica en su correspondiente apostilla
y que para el no creyente bien pueden resultar no sólo curiosas, si no que
también agradables. En síntesis, el
texto tiene de protagonista a toda una familia, muy unida entre sí, aún en las
mismas singularidades de cada uno de sus miembros y donde uno de estos les da
una ejemplificadora enseñanza al resto.
10- Bicicleta: Este es el relato al que más arriba se hizo referencia por su temática
más o menos polémica (para un no mormón, claro). Basado en una experiencia personal del
escritor durante su etapa como misionero de su iglesia en Brasil (país que
tanto lo marcaría como bien quedaría consignado en su recomendable secuela de El Juego de Ender, La
Voz de los Muertos), cuenta de una familia brasileña muy pobre y en la
cual el hijo mayor de ésta, todavía un niño, se encuentra con una importante
oportunidad para ayudar económicamente a su familia: una oferta de trabajo como
repartidor de comida a bicicleta. Sin
embargo el bienintencionado chico no sabe conducirla y ante su desdicha (ya que
nadie de su hogar sabe hacerlo tampoco) consigue la ayuda de los misioneros
mormones que visitan de forma periódica a su gente, quiénes compartirán con él
el conocimiento que requiere para sentirse útil. Hasta el momento la trama no resulta
complicada para quien no profesa dicha fe, siendo en este sentido tan conmovedora
como bien acostumbra contarnos en sus creaciones Card…No obstante uno de los
puntos que más mueven al niño a trabajar, es poder tener dinero para pagar el
llamado diezmo a la iglesia. El mismo
autor narra todo esto con suma naturalidad, como una verdad en sí misma (un
dogma, sin duda), a la cual no hay que cuestionar, como si no bastara con
comprobar la misma miseria de dicha familia para excusarla antes sus supuestas
obligaciones ¡Y más encima todos felicitan al pequeño por tener ahora los
medios para dar el aporte que les corresponde!
A su vez en el texto se ve esta oportunidad como algo propio del
Providencialismo, tal como se verá en la siguiente cita.[1]
“Los
misioneros, Amauri y su familia se sentaron en cajas en torno de la mesa, y
luego los misioneros les hablaron de los mandamientos de Dios, incluido el que
pedía que se diera a la iglesia un diezmo del dinero que ganaban. Mamá se quedó
pensando, pues apenas ganaba lo suficiente para alimentar a su familia. Pero
luego sonrió.
—Desde luego. Por eso Amauri ha
conseguido empleo. Podemos pagar un diezmo al Señor y aún tener suficiente para
comer.
Amauri se enorgulleció de hablar de su
empleo con los misioneros.
(…)
Los misioneros regresaron a la mañana
siguiente. No veían el momento de que Amauri se levantara para montar su
bicicleta.
Fue más difícil de lo que Amauri creía. Se
cayó una y otra vez. Incluso en un campo herboso los golpes dolían, pero él
seguía pensando: «El Señor me consiguió este empleo para que mi familia pueda
pagar el diezmo. Montaré esa bicicleta»”.
11- Mamá y Papá se están volviendo locos: Dentro de los cuentos mormones del volumen, es lejos
uno de los más entretenidos y lleno de valores morales, tal y como le gusta
desarrollar en muchas de sus obras al autor.
En esta ocasión otra vez el protagonismo recae en una familia nuclear
(ambos padres y sus hijos de distintas edades y sexo) y en la cual de un momento
a otro los progenitores deciden cobrar a sus hijos por el uso de los
automóviles de la casa, entre otros privilegios materiales del hogar. Es así como esta decisión que desde lejos
podría verse como una explotación y desfachatez por parte de los adultos, se
transforma en la instancia precisa para educar moralmente a los jóvenes,
quienes en todo caso logran reconocer las verdaderas intenciones de sus
progenitores. Uno de los aspectos más
llamativos de este relato, es cómo muestra a una familia de clase media gringa,
en la cual es natural poseer más de un automóvil y donde los hijos adolescentes
hacen usos de ellos como quien se cambia de ropa; es así que a través de este
puro detalle, es posible identificar la distancia cultural entre USA y los
países como Chile, que si bien ambos siguen los modelos occidentales, en
naciones tercermundistas de este lado del continente los patrones familiares
difieren enormemente y uno viene a tener un auto ya de adulto, pagado de su
propio trabajo y más encima sólo en las familias más acomodadas hay más de un vehículo
(siendo que además pocos son los casos en que menores de edad tienen permiso
legal para conducir). Por ende, el
cuento se transforma sin proponérselo en una invitación para reflexionar sobre
estas mismas discrepancias culturales.
“—Mamá, ¿podemos llevarnos el
coche esta noche? —preguntó Anne—. Debbie y yo queremos ver Superman.
— ¿Otra vez? —preguntó mamá—.
¿Cuántas veces la has visto?
—Sólo tres. La guerra de las
galaxias aún tiene el récord.
—Ni me atrevo a preguntar
cuántas veces.
—Seis.
—Puedes llevar el coche.
— ¡Gracias!
—En cuanto pongas al día tu
cuenta del alquiler.
Anne se horrorizó.
—No me habías dicho nada al
respecto.
— ¿Por qué iba a decir algo?
Es tu cuenta, no la mía.
—Pero he gastado casi todo mi
dinero.
—Lo lamento. Tal vez Debbie
pueda conducir.
Revisaron las cuentas.
—Tu cuenta suma treinta y ocho
dólares con cincuenta y seis centavos —dijo mamá.
Anne tragó saliva.
—Pero, mamá, eso es más que una
blusa nueva.
—Pues sí —dijo mamá con una
sonrisa—. Y eso que sólo te cobramos la mitad de lo que nos cuesta a nosotros.
Anne
fue al dormitorio, cogió el dinero y pagó”.
12- Gert Fram: Un último relato mormón cierra esta memorable colección de la primera
narrativa breve de Orson Scott Card, siendo además un exponente más de la
enorme capacidad de su autor para crear historias llenas de sensibilidad y gran
humanidad. Es así que en pocas páginas
nos cuenta de una niña con un temprano talento para crear cuentos y quien junto
a su familia se siente desgraciada debido a su torpeza; la chica pasa por una
especie de depresión, hasta que su padre se da cuenta de ello y a través de una
bella charla con ésta, le demuestra lo valiosa que es. Como buena parte de la sección final dedicada
a su literatura mormona, el cuento no deja de poseer un hondo sentido universal,
el cual lo hace recomendable para cualquier persona que no ha perdido la fe en
lo mejor de nuestra propia naturaleza.
Si las portadas de las ediciones de bolsillo españolas de esta antología son feas...¡Ésta de la edición completa es peor! |
[1] Cabe mencionar que Card, tiempo después de haber “desclasificado” este cuento para
sus lectores no mormones y haberlos impresionado negativamente con ideas como las expuestas en este caso, ha causado gran polémica debido a sus declaraciones
homofóbicas en recientes años. Algo así no se esperaba de un artista que en su obra promueve la
tolerancia y el humanismo, siendo que además su protagonista de la ya
mencionada novela Maestro Cantor es gay.
Por mi parte, no he querido leer estas palabras suyas, para no
decepcionarme de quien tantas satisfacciones me ha traído (después de todo,
nadie es perfecto y bien sabido es que los artistas acostumbran tener sus
excesos y parece que en materia de opinión pública Card no sabe moderarse).
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