I- La novela.
Todo un caso atípico dentro de la
narrativa de fantasía actual, viene a ser la segunda novela en solitario del
multipremiado escritor y guionista británico de cómics Neil Gaiman, titulada Stardust
(en nuestra lengua Polvo de Estrellas, si bien en sus
traducciones al español se ha optado por conservar la palabra inglesa), ya que
en realidad esta tuvo primero su versión en novela gráfica antes de pasar al
formato literario. Es así que la
historieta bellamente ilustrada por Charles Vess, apareció bajo el sello
Vertigo de la línea adulta de DC en 1997 y solo recién en 1999 su autor la
publicó en formato libro. No obstante
tal como ha quedado claro para quienes hemos leído a Gaiman en ambos tipos de
expresiones artísticas, su talento es lo suficientemente versátil como para
apreciarse en todo su esplendor en cualquiera de estas dos modalidades: pues
nos entrega una historia en apariencia sencilla, con personajes atractivos y
momentos de gran humor, como otros sublimes, tal como ya nos tiene acostumbrados.
Escrita como un homenaje a escritores
compatriotas suyos tales como Lord Dunsany y C. S. Lewis, retrata la existencia
de un mundo sobrenatural poblado de todo tipo de criaturas mágicas (entre
brujas, duendes, gnomos, hadas y otros propios de la rica tradición folclórica
europea), que está a la vuelta de la esquina de la sociedad humana y la que en
este caso concreto sabe de su existencia, aceptándola como algo normal. No obstante ambos mundos viven separados en
una especie de armonía donde hay reglas para su convivencia, cada una desde el
lugar que le corresponde, salvo un significativo evento que se da cada nueve
años y donde ambos grupos de personas se permiten el intercambio cultural: nada
menos que una feria en la cual gente proveniente del “otro lado”, llega hasta
el bucólico pueblo de El Muro (que marca el límite entre seres mágicos y
humanos) para ofrecer sus más increíbles maravillas.
El texto parte con un capítulo inicial a
manera de introducción, donde se nos aclara cómo funciona todo dentro de esta
ficción, contándonos de una manera exquisita la historia del padre del
protagonista y de su verdadera madre, acerca de los sucesos que llevaron a
concebirlo. Este capítulo y los
siguientes están titulados a manera de las viejas narraciones, donde en unas
pocas líneas se resume el contenido de sus páginas. Ejemplo:
“Donde se narran principalmente los eventos
acaecidos en la zanja de Diggory”.
Con posterioridad buena parte del libro
se centra en el verdadero protagonista, Tristan Thorn (cuyos nombre y apellidos
no pueden ser más simbólicos, ya que por un lado Tristan es como se llamaba uno de los valerosos caballeros de la
Mesa Redonda del Rey Arturo, lo que acentúa el carácter épico del personaje,
mientras que Thorn en inglés es espina, término vegetal que bien puede
aludir a su naturaleza más especial y que a medida que va avanzando la trama es
descubierta con placer para el lector; por otro lado, como quienes conocemos
los trabajos de Gaiman en el mundo de los cómics y en especial los relacionados
con superhéroes, la misma letra con la que comienzan ambas palabras, es algo
propio de estos personajes más emblemáticos: tal cual Guy Gardner- Linterna
Verde-, Peter Parker- Spider-Man- y Bruce Banner-Hulk- por no mencionar otros ). Es así que este muchacho que aún no llega a
la mayoría de edad, para cumplir una promesa de amor hecha a la muchacha de la
que cree estar enamorado, cruza cual los héroes del mito y las leyendas el
umbral que separa ambos mundos para adentrarse en las desconocidas tierras de
lo sobrenatural. Y allí lo esperan un
montón de aventuras que ponen en jaque su inteligencia, integridad y constancia,
a la par de que hace nuevos amigos (que le prestan su valioso apoyo) y también
se encuentra con uno que otro villano (en realidad villana) que le dificulta en parte el cumplimiento de su misión.
Mientras se sucede el periplo de
Tristán, van apareciendo una serie de curiosos personajes que aun cuando su
intervención no ocupa gran parte de la narración en la mayoría de los casos,
pues la novela tiene poco más de 250 páginas de extensión, se hacen atractivos
al lector en su particularidad (por ejemplo un “hombrecillo peludo”, tal como
es mencionado en el libro y del cual nunca llegamos a saber su nombre, un árbol
parlante, el capitán de un barco volador que caza rayos entre las nubes, un
unicornio, etc.). En general se trata de
individuos amables y de buen corazón, tal como los habitantes del pueblo de El
Muro y que viven su existencia sin mayores complicaciones. No obstante es en el caso de los llamados “malvados”,
que el escritor se esmera para crear y describirnos sujetos más complejos, ya
que su supuesta villanía posee cierto rasgo de humanidad que aún al cometer
estos actos detestables (tales como asesinatos), poseen uno que otro rasgo que
no los convierte en desalmados por completo; es así que el propio ingenuo e
inexperto Tristán confraterniza con uno de estos, pues se gana sus respetos.
El precioso nombre que da título a esta
obra, tiene relación con el hecho de que lo que va a buscar al otro lado su
protagonista, es nada menos que una estrella que ha caído en tal lugar. Pues grande es su sorpresa, cuando se entera
que dicho astro tiene forma de mujer, una muy bella por cierto y la cual lo
desprecia con todo su corazón por ser el responsable de su infortunio (pues
tiene un pie quebrado y debe seguirlo en contra de su voluntad, para que este
pueda conseguir el sí de la chica de sus ojos).
No obstante a medida que todo va transcurriendo, ambos viajeros se van
conociendo y es posible que ahora el diálogo entre ambos vaya siendo mejor
desde ambas partes, naciendo el verdadero amor en vez de la ilusión del
enamoramiento que tuvo antes el chiquillo.
En este sentido, importante vienen
a ser los temas del crecimiento personal y del perdón, que se dan acá tanto en
la figura de Tristán como de la estrella, cuyo verdadero nombre viene a ser
Yvaine; al respecto, el autor nos regala algunos de los pasajes más hermosos de
toda la novela, como cuando Yvaine termina perdonando a la Reina Bruja que
durante buena parte de su odisea la estuvo atormentando.
Como en los escritos clásicos de este
tipo de literatura, también nos encontramos con una serie de elementos
habituales que Gaiman recoge con gran amor hacia los libros y las historias de
sus precursores y los que deseó homenajear a través de Stardust. Es así que nos encontramos en esta ocasión
con una serie de objetos mágicos que regalados a Tristán, le permiten cumplir
su objetivo, tales como una flor de cristal y una vela muy singular. De igual manera el uso de la palabra
empeñada, relacionada con el concepto del honor tan valioso para los antiguos y
que también está presente en estas obras, se haya aquí, en especial cuando se
ha contraído un tipo de deuda con quien le ha hecho un importante favor a uno
(tal como salvarle la vida o darle cobijo).
Lo sobrenatural abunda en las páginas de esta joyita.
“— ¡Ojos,
ojos! ¡Ojos nuevos a cambio de viejos! —gritaba una mujer menuda ante una mesa
cubierta de botes y jarras llenas de ojos de todo tipo y color.
— ¡Instrumentos de música de cien tierras
distintas!
— ¡Tonadas de penique! ¡Canciones de dos
peniques! ¡Himnos corales de tres peniques!
— ¡Prueba tu suerte! ¡Adelante! ¡Responde
a un simple enigma y gana una flor de viento!
— ¡Lavanda eterna! ¡Tela de campanillas!
— ¡Sueños embotellados, un chelín la
botella!
— ¡Capas de noche! ¡Capas de crepúsculo!
¡Capas de tarde en tarde!
— ¡Espadas de fortuna! ¡Cetros de poder!
¡Anillos de eternidad! ¡Cartas de gracia! ¡Por aquí, por aquí, adelante!
— ¡Salvias y ungüentos, filtros y
remedios!
Dunstan se detuvo ante un tenderete
cubierto de ornamentos de cristal; examinó los animales en miniatura,
preguntándose si comprar uno para Daisy Hempstock. Cogió un gato de cristal, no
más grande que su pulgar. Con un gesto de sabiduría, el gato le guiñó un ojo y,
sobresaltado, Dunstan lo soltó; se retorció en el aire como un gato de verdad y
cayó sobre sus cuatro patas. Luego se dirigió hacia un rincón del tenderete y
empezó a lamerse”.
Hay una pequeña cuota de erotismo, lo
mismo que de descripciones más o menos sangrientas y que no hacen de este
título algo para recomendárselo a un pequeño (por esa misma razón en primera
instancia, apareció como cómic en Vertigo, línea famosa por sus obras de más
subido tono y sofisticación que las más masivas publicaciones de DC); no
obstante salvo esos detalles, todo está escrito pensando en el niño que tenemos
dentro y que gusta de aventuras como estas, cargadas de aventuras, romance,
risas y un final feliz en el cual además el héroe consigue su premio (en
realidad más de uno). Tampoco se puede
olvidar el leiv motiv del supuesto
amor imposible, entre sujetos que en apariencia no pueden estar juntos, porque
son de mundos distintos. En todo caso
debe afirmarse que un artista como Neil Gaiman otorga al precioso desenlace, un lirismo que solo las grandes narraciones
pueden tener y con una importante reflexión: obtener la felicidad depende de
nosotros mismos.
Cabe mencionar que el libro transcurre en
una época histórica precisa, en el siglo XIX, durante el reinado de la reina
Victoria de Gran Bretaña, años ricos en lo que viene a ser el desarrollo de
muchas de las grandes historias escritas por sus narradores. De este modo los guiños hechos por el autor a
tales tiempos, viene a ser otro recurso que otorga a su novela el carácter de
heredera de la narrativa en la que quiso enmarcarla.
“Charles Dickens publicaba por entregas su
novela Oliver Twist; Draper acababa de tomar la primera fotografía de la luna y
congelaba su pálido rostro, por primera vez, sobre frío papel; Morse había
anunciado un sistema para transmitir mensajes a través de cables de alambre”.
II- La película.
Tal como muchos de sus colegas actuales de
gran fama gracias a sus relatos, Gaiman apenas ha sido considerado por
Hollywood y el cine en general a la hora de hacer adaptaciones fílmicas de
tales escritos; incluso la televisión también ha desaprovechado esta rica
fuente de historias inolvidables y solo recién el año que viene por fin HBO
estrenará en formato serie o miniserie la versión audiovisual de Dioses
Americanos (bueno, hay una versión para a pantalla chica de Neverwhere
hecha por la BBC, la que por supuesto no llegó a estos lares). En cuanto al séptimo arte, salvo la preciosa
Coraline
y la fallida Máscara de los Sueños que contó con
un guión original suyo no hay más al respecto…Además de, por supuesto, la cinta
basada en Stardust.
Fue estrenada en 2007 y tuvo un elenco de
primera que tuvo entre sus filas a verdaderos consagrados, que ya habían incursionado
en el cine de género como Peter O` Toole, Michelle Pfeiffer, Robert de Niro y
Rupert Everett. En ella también aparecen
jóvenes promesas tales como la ya por entonces veterana Claire Danes (en el
papel de Yvaine) y como su coprotagonista Tristan al guapo Charlie Cox, en un
registro histriónico tan distinto al que en verdad le dio la fama como
Daredevil/Matt Murdock, en la serie de Netflix sobre el llamado Hombre sin Miedo; de igual manera aparece en un papel menor e irreconocible nada menos que
Henry Cavill, mucho antes de que se convirtiera en el actual rostro y cuerpo de
Superman desde que filmó El Hombre de Acero. A este genial cuadro se agrega otra estrella,
nada menos que Sir Ian McKellen (el recordado Magneto anciano de X-Men:Días del Pasado Futuro y las tres primeras cintas de la saga de los
mutantes) como el narrador, personaje exclusivo de la película.
En lo que concierne al apartado artístico
de este filme, no es insignificante el detalle de que su director y coguionista
resulta ser un nombre que en la actualidad está entre los grandes de los
cineastas, especializado además por llevar con maestría varios títulos del
cómic a la pantalla grande: Matthew Vaughn, quien nos regaló entre otras joyas Kick-Ass
y X-Men: Primera Generación.
Y ahora yendo de lleno a la película
misma, pues quien espera una adaptación calcada al libro, mejor que no la vea,
si es de los que se niegan a aceptar que una cosa es la literatura como
expresión artística y otra el cine. Pues
la cinta se permite ser una obra autónoma que de la mano de Vaughn, cambia
varias cosas de la narración, entre ellas eliminando personajes (como la
madrastra de Tristán y su media hermana), además de potenciar otros otorgándole
hasta nombre (tal como sucede con el simpático capitán Shakespeare, a cargo del
barco volador que recoge en las nubes a los protagonistas),
Llena de efectos especiales y un muy
cuidado diseño de arte que implica preciosos escenarios hechos para
transportarnos a este mágico mundo, además de bellos paisajes reales, fue
realizada como un largometraje de corte familiar, gracias a que se dosificó el
nivel de violencia (si bien se mantuvo cierta picardía en el guión). No obstante se mantuvo el tono humorístico,
agregándose varios otros que no estaban en las páginas de la novela; sin
embargo se extrañan los aspectos más poéticos de la narración, tales como la conversación
reveladora de Tristan con Victoria apenas regresa a su hogar.
En general esta adaptación es
recomendable, entretiene y hasta puede ser considerada como una digna película,
sobre una novela que como historia supera con creces el esfuerzo de sus
realizadores (tal vez por la genialidad con la que cuenta todo el propio Neil
Gaiman, algo difícil de llevar al plano audiovisual).
Siempre he visto publicidad sobre esta película, pero nunca me ha llamado la atención. Quizás en algún momento lea el libro a ver que tal, pues entra dentro de mis preferencias (fantasía, época victoriana y sobretodo el ser relativamente corto). Pero de la película, seguiré pasando.
ResponderEliminarBueno, amigo, si te gustó "Ready Player One" que te recomendé...¡Este no puedes dejar de leerlo!
EliminarEn su momento vi stardust sin saber cual era su origen, y dado que la vi ya empezada en la televisión, hubo cosas que no entendí del todo, ahora que veo tu entrada y se cual es el origen, ya todo tiene mayor sentido, gracias Elwin.
ResponderEliminarSaludos
Pues te invito a verte el filme completo, que vale la pena (y por supuesto que la novela mucho más).
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