El título que encabeza este post, es lo
que sin duda sintetiza mi opinión personal a la hora de evaluar mi experiencia
con la novela La Llamada de la Tierra, de Orson Scott Card, la segunda
novela de la Saga del Retorno. Esta
secuela comienza en la práctica inmediatamente después de la revelación que se
hace a la familia protagonista, con respecto a los planes del Alma Suprema, la
IA que cuida y controla a los humanos habitantes del planeta Armonía.
Como era de esperarse en su autor, la
trama se acompleja bastante y con ello es posible encontrarse con una obra
mucho mejor que aquella que le precedió, en la que no solo regresan varios de
sus personajes ya conocidos (y que en algunos casos se han ganado los corazones
de los lectores), sino que se introducen unos cuantos más y que convierten esta
segunda parte de la saga en el verdadero placer que es su lectura.
La familia de Volemak ha sido escogida
para regresar al planeta madre, tras millones de años de exilio de la humanidad
en Armonía y sus 4 hijos, frutos de 3 matrimonios (y mujeres) diferentes son
parte fundamental dentro de todo esto, en especial los dos menores que son
lejos los más nobles de todos y cercanos a la mismísima Alma Suprema. Es necesario que participen del viaje todos
estos varones, porque dentro del plan que hay se encuentra la necesidad de que su
línea genética se propague, al repoblar con sus descendientes a la Tierra; por
esta razón requiere cada uno de ellos una esposa, por lo que deben regresar a
Basílica para realizar luego su viaje acompañados por las féminas. Solo la unión de años ya entre Rasa y el
patriarca está segura, así que buena parte del argumento de este libro, tendrá
que ver con la manera de cómo cada uno de los vástagos de Volemak consigue a su
propia compañera; cabe decir que la distinta manera en que todos estos logran
desposarse, deja en claro bastante el tipo de personas que son.
Pero lo recién mencionado no es nada
comparado con la aparición en sus vidas del general Mooz, un militar de alto
rango, de un reino vecino y cuyo afán de poder es tan grande, que es capaz de
negarse al control del Alma Suprema (a quien llama Dios, como el resto de su
gente). Esta vez se trata de un antagonista
bastante diferente al detestable Gaballufix, que conocimos en La
Memoria de la Tierra, puesto que en contra de lo esperado, logra
simpatizarnos, pese a lo maquiavélico que llega a ser: ya que se trata de un
hombre bastante inteligente y con cierto grado de nobleza, virtudes que lo
encumbran lejos por sobre el anterior villano.
Es así que el error de uno de los protagonistas ya conocidos, provoca
que Mooz llegue junto a su ejército, nada menos que hasta las puertas de la
ciudad de las mujeres y tras una ardid muy ingeniosa suya, consiga complicarles
la vida a nuestros héroes (y antihéroes) más que nunca.
El papel que cumple el Alma Suprema en
hombres y mujeres como protector, que además vela porque estos no atenten más
de la cuenta contra los suyos, nos deja claro esta vez con mayor grado la importancia
del libre albedrío dentro de la saga. Lo
anterior, es reconocible en la conducta de cada uno de los personajes, al
aceptar o no seguir con los designios de su guardián, algunos abrazando de
buena manera los caminos designados por la IA, otros como colaboradores en pro
de un bien mayor y olvidándose de sus resquemores y otros solo como un medio
para su propio beneficio. No nos podemos
olvidar de Mooz, quien se declara a sí mismo como enemigo de Dios, puesto que
aunque no existe el ateísmo propiamente tal dentro de esta ficción, su actitud si
nos lleva al terreno del rechazo directo a la divinidad. Podría catalogarse esta situación como una
especie de voluntarismo nietzscheano, ya que ve a la religión como un
impedimento, para que el ser humano pueda sobresalir bajo sus propias
capacidades.
Volviendo a Mooz, no se puede dejar de
lado que uno de los primeros motivos que lo lleva a realizar su rebelión, viene
a ser el viejo tema de la venganza. El
autor aborda este tópico de manera bastante interesante, al relacionarlo con el
nacionalismo y la historia real de los pueblos oprimidos (y aniquilados) por
otros, que ostentan la supremacía de la raza.
Si bien el general actúa a primera vista como un hombre codicioso y
violento, que sin dudas estaría dentro del territorio de los personajes
malvados, nos deja claro de que existen matices y que nadie llega a ser un
villano de la nada (en otras palabras, no encontraremos malos de opereta en este tipo de obras, que no por ser de ciencia
ficción, dejan de ser reflejos del mundo tal como es).
Mooz y la cultura dentro de la que ha
crecido, es un individuo que podría considerarse con facilidad como un misógino,
ya que desconfía de la independencia de las mujeres, relegando su papel al de
simples amas de casa y objetos de deseo.
De este modo su conducta al respecto, como claro ejemplo de la idiosincrasia
de su pueblo, pone en el tapete la eterna discusión sobre matriarcado versus patriarcado,
feminismo y machismo. Cabe recordar que
en Basílica quienes tienen el poder son las damas, las que poseen un gobierno sabio
y benigno en muchos aspectos; en cambio en la patria “de acogida” de Mooz,
mandan solo los “machos” y por lo mismo en este otro lugar sí es posible que aparezcan
aberraciones como los nacionalismos, afanes expansionistas y la guerra. Queda a manos del lector reflexionar acerca del
significado de todo esto. En todo caso, el
prejuicioso Mooz encuentra en la formidable Rasa a toda una contrincante, a
quien incluso llega a respetar y admirar, así como luego otras féminas terminan
dándole las mayores lecciones de su vida.
“—Por
favor, llámame Moozh. Es un apodo que sólo permito usar a mis amigos.
—Yo no soy tu amiga. —Ese apodo
significa «esposo» —explicó él.
—Sé lo que significa, pero ninguna mujer
de Basílica te llamará así a la cara.
—Esposo —dijo Moozh—, y Basílica es mi
prometida. La desposaré, la llevaré al lecho y ella me dará muchos hijos. Y si
no me acepta como esposo de buen grado, la poseeré de todos modos, y esta bella
ciudad terminará doblegándose.
—Esta bella ciudad terminará sirviendo
tus cojones en una bandeja, general —replicó Rasa—. El último dueño de esta
ciudad lo descubrió cuando intentó hacer lo mismo que tú.
—Pero
él fue un necio. Lo sé, porque te perdió a ti.
—No me perdió a mí. Se perdió a sí
mismo. Moozh sonrió.”
Pero no solo el “cabeza mojada” (tal como
llaman despectivamente los basilicanos a su gente, por la costumbre de su
pueblo de echarse en la cabeza aceite) aparece como alguien de cierto carácter
nefasto a lo largo del libro, puesto que nos volvemos a encontrar acá con
Rashgallivak, quien fuera otrora la mano derecha de Volemak, cuando este último
era líder de su clan y el que tras las triquiñuelas del villano Gaballufix, se
queda con su rol dentro de dicha comunidad.
Pues si antes vimos a este hombre como alguien engañado por el “malo de
la historia”, que nos parecía una persona de principios, ahora llegamos a
conocerlo mejor y con él es posible darnos cuenta de que en realidad no era tan
noble como creíamos. La tremenda
sorpresa que nos depara su verdadera naturaleza, nos lleva al terreno de la
codicia y, hasta cierto punto, de la envidia.
Luego queda expresado por medio de la narración, otra dimensión de la
oscuridad del corazón humano, al contrastar el mal que habita en este
personaje, con el de otros sujetos de condición despreciable, en lo que va de
la saga.
Para el mormón practicante que es Orson
Scott Card el sentido de la familia es bastante importante y tal como lo he
afirmado en otros posts que le he dedicado, ello es posible identificarlo en
todo su esplendor a través de sus emotivas ficciones. Puesto que sus personajes mantienen un apego
bastante a los suyos. Es dentro de todo
esto, que destaca una vez más la presencia de las dos hermanas que son Hushibd
y Luet, ambas formidables personas pese a su juventud y que se quieren con todo
su ser. Es entonces que aparecen dentro
de la historia otras dos hermanas, quienes a diferencia de las anteriores son
artistas y no “mujeres sagradas”, pero que además carecen de la humildad y la
gentileza de sus contrapartidas. Sevet y
Kokor son hijas de Rasa, producto de su breve matrimonio con Gaballufix,
habiendo heredado el materialismo y la falta de criterio de su padre; de este
modo queda de manifiesto esa idea de que “no elegimos a nuestros parientes”,
que la noble Rasa hartas penurias debe pasar por culpa de sus hijas y, sin
embargo, les demuestra, pese a todo ello, su incondicionalidad como madre. Resulta difícil no comparar a las hijas
consanguíneas de esta última con sus dos “sobrinas” y discípulas, siendo estas
otras dos verdaderas hijas espirituales de la matriarca.
“Kokor
se internó en la oscuridad, dirigiéndose a la Villa de los Pintores. Le
palpitaba el muslo encima de la rodilla, en la zona con que había golpeado la
entrepierna de Rashgallivak. Tal vez se le hiciera un moretón y tuviera que
maquillarse las piernas con una capa espesa. Qué fastidio.
Padre ha muerto. Debo ser yo quien avise a
Sevet. Que nadie la avise primero. Y asesinado. La gente hablará de esto
durante años. El blanco del luto me sentará muy bien. Pobre Sevet. Su cutis
parece rojo como una remolacha cuando se viste de blanco. Pero no se atreverá a
dejar el luto mientras yo lo lleve. A lo mejor decido llevar luto por el pobre
papá durante años y años.”
Otro nuevo personaje femenino que es introducido
en este libro (bueno, para ser sincero, fue Kokor o Sevet quien apareció
brevemente en un momento de La Memoria de la Tierra, pero solo
recién en la segunda parte de la saga, ambas consiguen definirse dentro de los
acontecimientos), viene a ser otra estudiante de Rasa: la destacada genetista
Shedemei. Mucho mayor que las otras 4
relacionadas con la esposa de Volemak, dedica parte de su tiempo a dictar cátedra en
la casa de su maestra. De espíritu
crítico, la actividad a la que se dedica nos entrega un interesante cuadro de 3
de los aspectos más importantes dentro de la sociedad humana y su cultura: la
religión (Hushibd y Luet), el arte (Kokor y Sevet) y la ciencia (ella
misma). Increíblemente, esta vez la
ciencia representada por Shedemei toma un aspecto benigno, a diferencia de lo
que en otras obras de ciencia ficción, viene a tener ribetes más negativos; de
igual manera la fe a través de las dos huérfanas, también está representada
como algo de carácter positivo (lo que va en concordancia con un autor tan
devoto como Card); y en cambio el arte, en vez de construir belleza, se
presenta como una cortina bajo la que se esconden seres egoístas, que usan sus
encantos como un medio para esconder la podredumbre de sus espíritus.
Tal como ya se afirmó, este libro resulta
lejos mucho mejor que el anterior, de igual manera por el importante detalle de
que en sus páginas, se encuentra en mayor medida a ese Orson Scott Card que sus
seguidores hemos llegado a amar sin tapujos: Me refiero al autor capaz de
llevar a cabo con sus escritos momentos en verdad emotivos y en los que sus
carismáticos personajes, demuestran con creces no solo su inteligencia, sino
que su tremenda humanidad a través de su nobleza y enorme capacidad para
amar. Al respecto, varias son las
instancias en las cuales el lector se maravilla con este aspecto caro al
escritor, quien con una prosa poética, que está a la par de colegas suyos como
Ursula K. Le Guin, Ray Bradbury y Neil Gaiman, consigue acaparar toda la
atención de uno.
Con respecto a lo afirmado en el párrafo
de arriba, no se puede dejar de lado ambas intervenciones de otro personaje
femenino, que tiene su debut en esta novela: Sudor. Se trata de alguien cuya vida es relatada
casi a manera de relato enmarcado, dentro de la novela, puesto que el capítulo
dedicado a ella en apariencia podría ser independiente a la trama central, pese
a sus claros nexos con ella. Una vez que
vuelve a aparecer en la acción, se cierra de magnífica forma todo un círculo argumental,
que a más de alguien lo deja asombrado (si es que no le saca una lágrima por
ahí). Cabe mencionar que la vida de esta
mujer, se encuentra inexorablemente ligada a las de 3 de los protagonistas.
“—Madre —dijo su hijo mediano—, creo que
estás llorando por un sueño. Despierta. Sed despertó.
—¿Qué te ha pasado? —preguntó el niño. Era un
buen niño, y ella no quería abandonarlo.
—Debo emprender un viaje —dijo Sed.
—¿Adonde? —A un lugar lejano, pero
volveré a casa, si el Alma Suprema me lo permite.
—¿Por qué debes irte?
—No lo sé. El Alma Suprema me ha
llamado, y no sé por qué. Tu padre ya está trabajando en los campos. No se lo
cuentes hasta que venga a comer al mediodía. Para entonces estaré tan lejos que
no podrá seguirme. Dile que le quiero y que volveré. Si desea castigarme cuando
regrese, me someteré de buen grado a su castigo. Pues preferiría estar con él,
y con nuestros hijos, que ser reina en cualquier otra tierra.
—Mamá —dijo el niño—, sabía que ibas a
marcharte desde hace un mes.
—¿Cómo lo sabías? —preguntó ella. Y por
un instante temió que también él sufriera la maldición de la voz del Alma
Suprema. Pero el niño no tenía la locura sagrada, sólo sentido común.
—Siempre mirabas al noroeste, y Padre nos
contó que tú habías venido de allí. Pensé que deseabas ir a casa.
—No, no quiero ir a casa, porque ya estoy
en casa. Pero debo cumplir con un encargo, y luego regresaré.
—Siempre que el Alma Suprema te lo
permita. Ella asintió. Luego cogió un paquete de comida y un odre de cuero
lleno de agua, y emprendió la marcha.”
De igual
manera se pueden mencionar la intervención de la “Descifradora” Hushbid, para
que los mercenarios enmascarados de Rashgallivak no se salgan con las suyas,
una vez que entran a la casa de Rasa; así como también destaca la conversación privada entre el heroico Nafai y Mooz,
cuando el joven con toda determinación llega hasta donde el general, para
evitar que se produzca un inútil derramamiento de sangre.
Luego del impactante final de esta
novela, no queda otra que querer leer de inmediato la siguiente entrega, algo
que sin dudas llevé a cabo y que aún disfruto al terminar estas palabras.
Bueno, querido Elwin, ya quedé atrapada en esta historia, espero conseguir el libro.Besos
ResponderEliminarVale
¡Amiga, tengo estos libros (salvo el último) al menos hace unos 10 años atrás y recién los estoy leyendo! Mea culpa por no habértelos prestado. Vente por una buena temporada para acá y así te los paso, je.
EliminarUna más a la larga lista de buenas recomendaciones que haces, gracias Elwin, la historia parece interesante de leer, lo que falta es tiempo jeje.
ResponderEliminarGran entrada, saludos.
Me alegra te entusiasme este post y el anterior, que como buen lector que eres y de ciencia ficción, más encima, te aseguro que disfrutarás mucho estas novelas.
EliminarMuy buen artículo. Saludos.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, Gesol. ¿Qué me cuentas de ti?
EliminarSaludos Elwin, aquí murinus2009.
ResponderEliminarBuena continuación de la Obra de Orson scott Card.
Al ser una obra monumental parece que seguirán apareciendo muchos personajes interesantes como el general Moozh.
Sigo sin ver esta Obra en las librerías que visito, quizá este en las mas grandes.
Queda en los pendientes.
Gracias por las Reseñas Elwin, hasta pronto.
Creo que, lamentablente, esta saga está discontinuada en español, que más encima no es muy famosa. Por eso también procuro difundirla para que sea conocida por la mayor cantidad de gente. Se viene el post de la tercera novela, que me la terminé de leer hace unas pocas horas atrás.
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