6. Retrato de la emperatriz.
El cuento nos permite, además, conocer al mismísimo narrador, que nos ha acompañado a lo largo del libro y en buena medida justifica el tono de esta obra y explica por qué dicho contador de historias no es tan familiar.
Ya en el texto que precede a este, conocimos (al menos de forma breve) a una emperatriz sabia, pero esta última resulta tan entrañable, gracias a todo lo que sabemos de ella, que se vuelve con facilidad un personaje al cual podemos adorar.
Si nuestros líderes trabajaran en verdad por su gente y no para obtener poder sobre otros, el mundo seria lejos un lugar mejor.
"—Si —dijo el narrador—, yo la conocí a la Gran Emperatriz, y porque la conocí les digo
que los que la alaban y la lloran, los que escriben la crónica de su vida y sus hechos, los
que cantan su memoria, no llegan a hacerle justicia. Y que es probable que no lleguen
nunca, porque ella fue mas grande que todos esos versos y esas endechas y esos
capítulos en los libros de historia. No era joven ni hermosa ni letrada; tenia mal genio, era
testaruda, brusca y áspera. Pero yo se que fue lo que la hizo tan grande. Fue la sabiduría
que consiste en ver las cosas de una manera distinta y en aplicar lo que aprendía de una
manera distinta. Y no es que nadie le hubiera dado lecciones jamás: no se educo
Abderjhalda en los salones de los palacios ni en los colegios cerrados para jóvenes
nobles sino en la calle. Y cuando hablo de la calle hablo de tugurios siniestros, hablo de
agujeros promiscuos, viviendas colectivas; hablo de ruinosas casas de negocio con
vidrieras empanadas y clientes furtivos, cafés a los que ningún hombre sensato hubiera
entrado para pedir un vaso de agua, hoteluchos en donde la gente pasaba una noche
apiñada y en cuyos sótanos se podía enterrar a más de uno que amaneciera con Ja
garganta cortada accidentalmente. Allí nació, allí creció, allí aprendió: quizá ésa sea la
más conveniente escuela de gobierno. Adviertan ustedes que digo gobierno y no digo
poder. Bah, el poder, decía ella y torcía el gesto, solamente el que se olvida del poder
gobierna bien, decía. Y era cierto. Ella olvidó el poder que tenía, que era muy grande, y el
poder, abandonado, desdeñado, la cortejó y la buscó y se le brindó como una mujer fácil a
un hombre bello y rico. Pero ella lo despreció una y otra vez y lo obligó a quedarse a las
puertas del palacio, como un mendigo. Cualquiera podía acercarse a ella, cualquiera
podía entrar al palacio y hablarle, que como ella no dependía del poder, no tenía miedo ni
usaba el protocolo ni las ceremonias. Fue la primera ocupante del trono imperial en siglos
y siglos que no tuvo un cuerpo de guardia personal, la primera que salió a la calle sin
custodia, sin hombres armados a su alrededor, sin nada, en una silla de manos como una
mujer rica, o a pie, como la mujer de un artesano o de un empleado. Así la conocí yo."
7.
Y las calles vacías.
Un emperador caprichoso ha decidido erigir
una nueva ciudad, solo para que sirva de recuerdo suyo, de una muchacha esclava
sexual a la que apenas amó. La
metrópolis será majestuosa y requiere para su construcción una gran
supervisión; de forma paralela, se nos cuenta cómo un par de sujetos, ligados
al emperador, miran con ojos de odio todo esto.
En solo diez páginas, se nos relata tanto la locura que significa
edificar una ciudad como esta, solo por una ostentación del poder, de un sujeto
por lo general indolente, cómo también una atroz venganza, que no está muy
lejos de las atrocidades típicas en reinados, imperios y otras manifestaciones
de la política real y ficticia.
Como ya hemos podido comprobar en otros relatos del libro, la Gorodischer nos cuenta todo de tal manera, que saboreamos cada palabra; así como sus imágenes, se nos proyectan en la pantalla que es nuestra mente, de forma muy efectiva.
Es el cuento que menos me ha gustado y eso que lo encuentro impactante.
Como ya hemos podido comprobar en otros relatos del libro, la Gorodischer nos cuenta todo de tal manera, que saboreamos cada palabra; así como sus imágenes, se nos proyectan en la pantalla que es nuestra mente, de forma muy efectiva.
Es el cuento que menos me ha gustado y eso que lo encuentro impactante.
"Dijo el narrador: —El Emperador dispuso que se fundara una ciudad. Había incontables
ciudades en el Imperio: ciudades sagradas, ciudades industriales, ciudades guerreras,
ciudades prohibidas, sabias, monstruosas, marítimas, en ruinas, escondidas, licenciosas,
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pujantes, olvidadas, nacientes, malditas, apacibles y peligrosas. Pero el Emperador, que
era el cuarto de la dinastía de los Kiautonor, era un hombre lascivo y estentóreo. Por esos
días había comprado, en una aldea en el límite con las tierras del sur, y algunos llegaban
a decir que en un caserío erigido en una isla en pleno corazón del sur, cosa bastante
improbable esta última por razones que nadie desconoce, una nueva concubina."
Más de un lector esperará algo increíble hacia el final del cuento, qué pasará con la conspiradora y qué sucederá con el sanador (quien más que del cuerpo, se preocupa de las almas de sus pacientes); sin embargo, todo pareciera desinflarse, porque la autora acaba este texto, como ya no los demostró en al menos uno de los relatos que le preceden: los acontecimientos pueden ser fortuitos e independientes de la voluntad humana, así que no podemos esperar que todo ocurra como quisiéramos, por mucho que nos empecináramos en cambiar el curso de los hechos.
Cuando leía con tanta atención, disfrutando expectante lo que hacía en especial el médico, me pregunté más de una vez si la Gorodischer habría conocido la obra de Orson Scott Card, pues su prosa poética se parece mucho a la del escritor mormón; pero, también, el manejo de las relaciones entre los personajes, donde el amor está presente como la cura perfecta de las heridas (más emocionales, que físicas), es muy similar entre este trabajo suyo y la escritura de Card. Mera coincidencia no más, probablemente, pues este libro data de 1983 y por entonces el gringo recién estaba comenzando su carrera. Pero las buenas ideas siempre están rondándonos y la belleza estética es inherente a los seres humanos, tal como lo demuestra este cuento.
Por cierto... ¿Por qué esta joyita posee ese título? Lo ignoro, pues si bien aparece un estanque en la narración, este no tiene mayor importancia para la historia. No importa, le disculpo este capricho a la autora, luego de tanta belleza que nos ha concedido.
"Dijo el narrador: —Extrañas profesiones eligen los hombres, ¿no creen ustedes? No
quiero decir que haya oficios que son más, pintorescos o más inesperados que otros.
Quiero decir que las gentes no viven para ser, o tratar de ser, las mejores personas
posibles, sino para agregar a su nombre títulos sonoros, secos y vacíos, ropajes falsos e
innecesarios que terminan por suplantar a quienes aplastan y roban. Todo esto viene a
propósito de lo que les voy a contar.
Hubo un hombre que vivía en una casa que estaba en una ciudad que era la capital del
Imperio, hace ya muchísimos años. Aunque eso no importa: pudo haber sucedido ayer,
podría suceder mañana, o un día del año que viene.
Pero el Imperio no era entonces lo que es hoy. No había eso que ahora se llama
orgullosamente progreso, aunque quizá ya estaba en camino de haberlo. La capital era
una ciudad desprolija en la que se sucedían, como siempre, emperadores tontos y
emperadores sabios. Reinaba en los años de los que les hablo un emperador de la
dinastía de los Chaixis, Chaloumell el Calvo, un hombre no del todo malo pero que sentía
demasiado amor por la riqueza y el poder; de modo que si bien no era una desgracia para
el pueblo, tampoco era precisamente una bendición."
9.
Primeras armas.
El cuento es un engaño, aunque no importa,
pues lo valioso es cómo la autora nos envuelve ahora en un relato, en el cual
abunda la maravilla que faltó en los otros de este libro (claro, sin
desmerecerlos) y donde el protagonista viene a ser el personaje más retorcido
del volumen, de los que hemos conocido hasta ahora.
Digo que la Gorodischer nos engaña, porque todo parece creer que nos hablará de otro episodio, sobre la larga lista de emperadores del imperio o de la gente ligada a sus altos mandos; en cambio, nos entrega una narración acerca de un comerciante de "curiosidades" (objetos, animales y hasta personas de lo más raras) al que le llega un bien muy preciado... Sería mucho spoiler, contar en qué consiste la mercancía única que le llega a este sujeto detestable, la cual decide usar para conseguir algo que lo tiene obsesionado.
Luego del impactante clímax, el desenlace por mucho que podría ser igual o parecido a lo esperado, no nos deja indiferentes y es que nos impacta el destino del arma que ha usado este villano.
Un cuento sobre lo más oscuro de nuestro ser, la avaricia y la locura.
Digo que la Gorodischer nos engaña, porque todo parece creer que nos hablará de otro episodio, sobre la larga lista de emperadores del imperio o de la gente ligada a sus altos mandos; en cambio, nos entrega una narración acerca de un comerciante de "curiosidades" (objetos, animales y hasta personas de lo más raras) al que le llega un bien muy preciado... Sería mucho spoiler, contar en qué consiste la mercancía única que le llega a este sujeto detestable, la cual decide usar para conseguir algo que lo tiene obsesionado.
Luego del impactante clímax, el desenlace por mucho que podría ser igual o parecido a lo esperado, no nos deja indiferentes y es que nos impacta el destino del arma que ha usado este villano.
Un cuento sobre lo más oscuro de nuestro ser, la avaricia y la locura.
"Dijo el narrador: —Pero si queremos comprender, verdaderamente comprender la
historia del Emperador Horhórides III, séptimo gobernante de la casa de los Jénningses,
tenemos que hacer un alto para recordar que los años en los que vivió no fueron
precisamente apacibles. Todos los emperadores Jénningses fueron turbulentos de ánimo
y retorcidos de espíritu, y turbulentos y retorcidos fueron los tiempos que pasaron
sentados en el trono de oro. La época de Horhórides III fue quizá más tranquila, pero
también más extravagante. No hubo guerra ni hambre ni peste, pero florecieron el vicio, el
contrabando, el arte de la fealdad, el asesinato, la codicia, la hipocresía. En fin, que no
hubo alegría ni inocencia, y que quizá hubieran sido preferibles las pestes. Y para
demostrarles esto, me aparto unos momentos del Emperador y les cuento una breve
historia, porque una buena historia ahorra muchas explicaciones, y ésta es buena, se los
aseguro yo, que he contado tantas."
El cuento posee numerosos momentos de gran solemnidad, pues es una metáfora acerca del crecimiento espiritual y de la idea medieval de que la vida es un camino y el hombre un peregrino.
Asimismo, se trata de un relato que se inspira en la figura de los grandes caudillos, que se vuelven líderes de las revoluciones sociales; sujetos a los que, además, se les otorgan aires de grandeza superior, al resto de los humanos gracias a su sabiduría y actitud misteriosa. Por lo anterior, se vuelven verdaderas leyendas.
El final de esta historia centrada en un puro sujeto llega a ser impresionante, pues toma ribetes épicos y termina por ser una acerca de un pueblo, su rebelión y victoria.
Por último, a lo largo de todo el libro, apareciendo en unos cuantos detalles, hemos sabido de la existencia del Sur y de su enemistad con el Norte, pese a que el primero forma parte del mismo Imperio... ¡Pues por fin lo conocemos y vaya que nos sorprende! Cabe mencionar que en la tradición oral y escrita, el viaje hacia el Sur, sus tierras y gente misma representan la posibilidad de conseguir una nueva oportunidad y, por ende, la paz y la felicidad; aunque también significan el misterio de lo más ligado a la tierra y lo natural, en el mejor sentido de la palabra, que permiten que el viajero se descubra a sí mismo. Como ejemplo de lo anterior, solo nombraré la bellísima novela Huida al Sur de Robert Mc Cammon.
"¿Quién era Liel-Andranassder, vamos a ver? Sí, sí, ya lo que ustedes me van a decir; y
aunque tienen razón y yo les digo que tienen razón, también les digo que están
equivocados. Es que una vida, como un cuento, tiene muchas partes y cada parte está
compuesta por otras cada vez más pequeñas. Pero por pequeñas y banales que sea, una
parte de un cuento es un cuento y una parte de una vida es una vida. Ustedes me van a
hablar del hombre que cambió un Imperio y torció el curso de la historia, y es cierto. Y yo
les voy a hablar, y también es cierto, de un hombre joven, vástago de una noble familia
arruinada que había pasado su infancia rodeado por el lujo y las comodidades, y que
cuando llegó la pobreza no pudo resignarse. Sus padres se lo llevaron con ellos a una
modesta casa de campo que era todo lo que les quedaba, pero a los veinte años LielAndranassder abandonó esa vida que consideraba mezquina y humillante, y vino a la
capital. No les voy a contar lo que hizo durante ocho largos años pero les voy a decir que
pasó por verdaderas humillaciones y mezquindades, que soportó lo insoportable, que
perdió lo que de inocencia le quedaba, que engordó, que se volvió perezoso, lascivo y
adulador. Pero consiguió lo que quería: tuvo mucho dinero. Era un dinero inseguro que se
le escapaba rápidamente de las manos pálidas en una carrera insensata y perdida de
antemano hacia la respetabilidad y el honor, aunque él ya no sabía lo que significaban
esas palabras. Y cuando la última moneda estaba a punto de ser gastada, él volvía a las
casas de juego, a la usura, a la adulación descarada, y por un tiempo tenía otra vez
mucho dinero. Hasta que una noche mató a un hombre que lo acusó de hacer trampas en
el juego."
11.
La vieja ruta del incienso.
Una caravana de comerciantes realiza su
viaje, liderado por un experto hombre, que los lleva por las mejores rutas para
protegerlos de los delincuentes; este es el trabajo de alguien que se muestra
como un hombre severo, no obstante, en realidad posee un lado mucho más dulce y
sabio. La dulce faceta del viejo
comienza a aparecer cuando llega al grupo un chiquillo, al que recibe a
regañadientes y quien con su entusiasmo consigue convertir a la caravana, en
una instancia para la alegría y el compañerismo. Entre ellos, también sacan a flote su mejor
parte un curtido soldado y una mujer dedicada a los negocios, de quien recela
el líder de la caravana. Paralelo a todo
esto, las intrigas en el Imperio hablan de una heredera, a la que se le ha
negado su sitio como nueva emperatriz y de un pariente suyo de espíritu
maquiavélico, quien desea quedarse con todo el poder.
Este precioso cuento que cierra el volumen, que tantas satisfacciones me ha dado, en un principio (en varias páginas la verdad) no deja claro qué tanto tiene que ver con el resto de estas historias y no parece que fuese el texto ideal para cerrar el libro en cuestión; hasta que se produce la gran revelación del final y nos resulta imposible no sorprendernos gratamente. Cabe mencionar que esta obra, aborda la idea de que las apariencias engañan, así como que toda buena acción recibe su recompensa, como que por igual las malas tarde o temprano tendrán su castigo.
Este precioso cuento que cierra el volumen, que tantas satisfacciones me ha dado, en un principio (en varias páginas la verdad) no deja claro qué tanto tiene que ver con el resto de estas historias y no parece que fuese el texto ideal para cerrar el libro en cuestión; hasta que se produce la gran revelación del final y nos resulta imposible no sorprendernos gratamente. Cabe mencionar que esta obra, aborda la idea de que las apariencias engañan, así como que toda buena acción recibe su recompensa, como que por igual las malas tarde o temprano tendrán su castigo.
"—Soy huérfano —había dicho El Gato.
—¿Y qué? ¿Ésa es una razón para que te aceptemos? —había preguntado el viejo
Z’Ydagg casi sin mirarlo.
—Quiero decir que soy dueño de mí mismo —había insistido el muchacho—. Nadie va
a venir a reclamarte nada. Y no soy ni un vago ni un inútil. He desempeñado muchos
oficios, pero lo que más me gusta es viajar. ¿Y de qué otra manera puede viajar un pobre
si no es trabajando?
—Has de hablar con el jefe, el señor Bolbaumis —había dicho el viejo.
—Ya te he dicho, viejo, que no me llames señor —había interrumpido el gordo— ¿Qué
soy yo? ¿Un sujeto delicado, vestido de terciopelo, cargado de joyas? ¿Un inútil que sólo
sabe bailar en los salones y dormir hasta mediodía? ¿Un parásito que vive del trabajo de
los demás? ¿Eh? ¿Soy algo de eso? ¿Eh? No, no soy nada de eso. Soy un honesto
trabajador, un pobre hombre que suda y se afana para obtener, ay de mí, unas pocas
monedas que apenas le alcanzan para dar de comer a sus hijos.
La cuestión es que El Gato se incorporó a la caravana porque en cuanto Bolbaumis
supo que el muchacho no reclamaba paga alguna y se conformaba con el sustento, lo
aceptó. Cierto que era flaco, demasiado flaco, y que tal vez no tuviera fuerzas suficientes
para el duro trabajo de una caravana; pero cierto también que si estaba tan flaco era
porque comía poco. El gordo jefe lo aceptó además por otra razón: porque vio una mirada
complacida en los ojos del veintero. No dejó de preguntarse qué habría visto el viejo
Z’Ydagg en ese proyecto de hombre, pero no era la primera vez que el viejo iba de
veintero en una de sus caravanas y Bolbaumis había aprendido a respetarlo y a confiar en
él. Y hay que decir que el obeso negociante respetaba a muy pocas personas y confiaba
aun en menos."
III.
Antes de despedirnos (por ahora).
Kalpa Imperial abarca una
cantidad inconmensurable de siglos y, quizás, milenios. Se trata de un volumen enmarcado dentro de la
literatura fantástica, si bien los elementos sobrenaturales apenas aparecen y a
menos que me equivoque, estos solo los podemos encontrar en un par de ellos...
Pero lo anterior no importa, puesto que su autora no necesita de monstruos y
brujos, para crear la impresionante cronología de un mundo ficticio, lleno de
maravillas, sueños y pesadillas (aunque más lo primero, que lo segundo) y de
personajes que se nos hacen entrañables la mayoría, que bien los quisiéramos
protagonistas de sus propias novelas.
El mundo descrito en este tomo, bien
podría ser el nuestro y su imperio uno que haya existido ya en el pasado; por
lo mismo recién dicho, quien no supiese de que se trata de una pieza de
ficción, podría llegar a creer de que se trata de relatos históricos; no
obstante, detrás del aparente realismo detrás de estas creaciones literarias,
la maravilla abunda y hasta algo hay de ciencia ficción (esto concretamente en
el primer cuento), cuando se nos cuenta del resurgimiento de la civilización,
luego de una hecatombe, y de una ciudad con sus múltiples
transformaciones. Y esto por solo
nombrar dos casos, para ejemplificar lo fabulosas que son estas crónicas.
Una lástima que Angélica Gorodischer, no haya vuelto a visitar al llamado Imperio más Vasto. Sería precioso que algún otro autor, ojalá especialista en el género, retomara esta joyita y, mejor aún, nos contara nuevas aventuras de sus héroes y heroínas, incluso de sus villanos. Soñar no cuesta nada, que bien podrían adaptar al cómic estas narraciones o, mucho mejor, realizar versiones audiovisuales al respecto, ya sea para cine o televisión (el formato de miniserie sería ideal, creo). El pueblo argentino, posee una gran tradición en el séptimo arte, sin embargo, a sus cineastas no les interesa la ciencia ficción y la fantasía (en cambio, en las historietas y en la narrativa abundan los ejemplos). Solo ahora, dentro de poco, por fin podremos ver en imagen real una superproducción de El Eternauta (el mayor logro en las viñetas argentinas, junto con Mafalda) y todo gracias a que metió la mano Netflix; ojalá esta serie sea exitosa y haga que los gringos vean con deseo otras obras maestras del género u algunos de sus parientes, provenientes de esta zona del mundo, como la mentada Kalpa Imperial o, para orgullo de nosotros los chilenos, Los Altísimos de Hugo Correa, la más valiosa novela de ciencia ficción nacional. Amen.
Una lástima que Angélica Gorodischer, no haya vuelto a visitar al llamado Imperio más Vasto. Sería precioso que algún otro autor, ojalá especialista en el género, retomara esta joyita y, mejor aún, nos contara nuevas aventuras de sus héroes y heroínas, incluso de sus villanos. Soñar no cuesta nada, que bien podrían adaptar al cómic estas narraciones o, mucho mejor, realizar versiones audiovisuales al respecto, ya sea para cine o televisión (el formato de miniserie sería ideal, creo). El pueblo argentino, posee una gran tradición en el séptimo arte, sin embargo, a sus cineastas no les interesa la ciencia ficción y la fantasía (en cambio, en las historietas y en la narrativa abundan los ejemplos). Solo ahora, dentro de poco, por fin podremos ver en imagen real una superproducción de El Eternauta (el mayor logro en las viñetas argentinas, junto con Mafalda) y todo gracias a que metió la mano Netflix; ojalá esta serie sea exitosa y haga que los gringos vean con deseo otras obras maestras del género u algunos de sus parientes, provenientes de esta zona del mundo, como la mentada Kalpa Imperial o, para orgullo de nosotros los chilenos, Los Altísimos de Hugo Correa, la más valiosa novela de ciencia ficción nacional. Amen.
Esto me agrade de tu blog, que conozco cosas nuevas, desde ahí muchas gracias amigo por aportar a la cultura y al saber
ResponderEliminarPa' eso tamos
Eliminar--SPOILERS SOBRE EL LIBRO--
ResponderEliminarYo creo que el narrador no es el mismo en todos los relatos, ya que tiene personalidades muy distintas. A mi criterio, son muchos narradores contando distintas historias a lo largo de mucho tiempo. En ese Imperio, siempre hay narradores, son una especie de divulgadores e historiadores. Y en el último relato ya no hay narrador e interviene directamente la autora, probablemente una señal que el imperio entró en una decadencia tal que ya no quedan narradores.
Saludos,
RICARDO
Iba a escribir sobre el formato distinto del último cuento... ¡Y se me olvidó! Gracias por recordárnelo.
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